Utopías o proyectosA veces
Casi indistinguibles.
De una potencia
Que genera
Ese…
Vivir para concretar,
concretar para vivir,
reducirse a metas…
antes que amar,
antes que gozar, cumplamos!... ¿sueños
Esos momentos de-nunca-acabar
Los cronopios no tienen casi nunca hijos, pero si los tienen, pierden la cabeza y ocurren cosas extraordinarias. Por ejemplo, un cronopio tiene un hijo, y en seguida lo invade la maravilla y está seguro de que su hijo es el pararrayos de la hermosura y que por sus venas corre la química completa con aquí y allá istas llenas de bellas artes y poesía y urbanismo. Entonces este cronopio no puede ver a su hijo sin inclinarse profundamente ante él y decirle palabras de respetuoso homenaje.El hijo, como es natural, lo odia minuciosamente. Cuando entra en la edad escolar, su padre lo inscribe en primero inferior y el niño está contento entre otros pequeños cronopios, famas y esperanzas. Pero se va desmejorando a medida que se acerca el mediodía, porque sabe que a la salida lo estará esperando su padre, quién al verlo levantará las manos y dirá diversas cosas, a saber:-Buenas salenas cronopio cronopio, el más bueno y más crecido y más arrebolado, el más prolijo y más respetuoso y más aplicado de los hijos!Con lo cual los famas y las esperanzas junior se retuercen de la risa en el cordón de la vereda, y el pequeño cronopio odia empecinadamente a su padre y acabará por hacerle una mala jugada entre la primera comunión y el servicio militar. Pero los cronopios no sufren demasiado con eso, porque tambien ellos odiaban a sus padres, y hasta parecería que ese odio es otro nombre de la libertad o del vasto mundo.
Y sin más que objetar, con el ego destrozado y la sonrisa obligada, dije “muchas gracias” y abandoné el lugar. Aquel que, en un abrir y cerrar de puerta, se había transformado en un persecutorio cementerio de fantasías. El cúmulo de sentimientos e ideas empezó a recorrer todo mi cuerpo con su dedo frío, hasta llegar a mis pies, que ya iban lentos. De repente detuvieron sus pasos, y sentada en un portal cercano (o tal vez era una acera), con la “v” en la frente, en esta ocasión, de vencida, se escapó un lagrimón, o dos. Y así después de un largo suspiro, la huella nuevamente marcada en el ser de saberse leve, seguí…me esperaban para comer.
